304: Y En Cómala comprendí
Según nuestro sabio mejor letrista español, al lugar donde has sido feliz no deberías tratar de volver.
Y es que confieso que a veces no puedo dejar de escuchar Peces de Ciudad, una de sus canciones con mayor carga lírica y una de las bofetadas más sobrias que nos pueda dar el maestro.
En mis últimas vacaciones en Las Terrenas, República Dominicana de las que llegué la semana pasada, aprendí entre otras cosas, que la meditación no lleva a descubrir nuevas situaciones. Sino que las revelaciones nos vienen de forma fugaz y pertenecen más a la parte subconsciente del cerebro que la consciente. Meditar no lleva a la revelación, sino a profundizar en las ideas (buenas y malas), y eso no siempre es bueno, así que invierte en irte de vacaciones, ya que yo al menos estaba pecando de las mismas cuatro paredes en demasía.
En El Burgo será
La de en Cómala comprendí… fue más otra confirmación clara del algo que presuponía en mi forma de ver la vida, pero que aún no había capitulado de ella, así que ahora sí. He capitulado de intentar volver al lugar donde fui feliz y si lo intento solamente será para regresar a mi pueblo natal, con el que abrí la tercera serie de este reducto, blog, bitácora, o el pecado que siempre será una página web.
Y no por querer a ser feliz como en mi niñez sino porque me quedaron demasiadas cosas por hacer ya que me fui muy temprano a Salamanca desde la Serrania de Ronda, y quiero seguir descubriendo la mecánica de fluidos pero esta vez sin experimentos con pajitas de plástico y vapor de agua, sino leyendo y observando cómo baja el agua del Río Turón y recordando cómo siempre exponerse como un niño a tener revelaciones nunca será dentro de cuatro paredes sino tomando parte y acción de aquello de lo que quieras aprender construyéndolo.
Todo por ser un poco mejor que un pececillo de ciudad de los que bien nos recoge Sabina. Merece la pena escucharla con atención al sentido de sus rimas.