Restar expectativas
Sobre todo para con los demás. Ya es dañino tener sumas de expectativas; aún más lo son cuando están depositadas sobre alguien.
Para armonizar nuestro entorno mental, a nuestro cerebro le encanta crear planes futuros y situaciones por llegar, que luego, en la mayoría de los casos, puede que no lleguen en forma tan como lo teníamos pensado.
Pero es que es así: nada surge tal como en nuestros pensamientos, pues la realidad siempre enfrenta a multitud de factores que no controlamos.
Por eso, y por casi tener salud mental, llega un momento en que saber restar es mejor que sumar. Aligerar la mochila, esclarecer planes y manejar menos detalles para centrarnos en lo más general o en lo que importa puede marcar la diferencia.
Las expectativas son, a mi parecer, algo peligroso y negativo. Si eres de los que va creando una y otra, y pone interés en que los otros se sumen a nuestros intereses, tengo una noticia que darte: serás más feliz si tratas de restar todas esas ilusiones, promesas y proyectos, y, en todo caso, tenerlos con uno mismo y con pocas personas más.
La avidez por el control también puede ser muy perjudicial. A veces, los que tenemos negocios con más personas implicadas podemos llegar a ser tóxicos, en cuanto a exigir a los demás que estén a nuestra altura o que cumplan tal o cual requisito y condiciones que les imponemos.
Encontrar talento es difícil, pero mucho más difícil hoy en día es encontrar predisposición y proactividad en un mundo que nos consume con sus vídeos cortos y demandas de atención.
Aprende a restar.