¿Por qué elegir lo extraordinario?
Un fragmento que sirve como post, de una semana Santa que estoy aprovechando para escribir y organizar algunas cosas que ya tenía encaminadas.
Todos nuestros pasos, por largos o cortos que sean se dirigen a lo desconocido, esa incertidumbre siempre estará ahí, y debes verla con belleza, ya que cuando pensamos que lo sabemos todo, y nuestro ego crece a flor de piel, perdemos el miedo y el temor. Algo que no podemos perder, porque nos hace al mismo tiempo separar nuestros pies del suelo.
¿Por qué elegir lo extraordinario?
Te voy a dar unas razones por las cuales creo que vale la pena diferenciarse del resto.
Amplia tu identidad. Te obliga a salir de esa versión que tenemos “de fabrica” de ti mismo, y diseñar una configuración eficaz para sobrevivir en un mundo que tampoco fue diseñado como un hogar, sino como algo hostil, algo que abarcaremos más adelante en páginas posteriores. Cuando rechazamos la mediocridad, nos convertimos en autores, no en meros lectores de nuestra biografía, ese libro en blanco que llenas cada día con cada pequeña bocanada de aire que respiras, cada pensamiento, y cada pequeño paso que das. Convierte tus pasos en algo que sea inspirador, aunque solo tú seas quien sea consciente de ello, no necesitas la aprobación de nadie más.
Inspira. A veces tenemos que saltar, las piedras cubren los caminos, y puede que a veces caer sea inevitable, y es cuando nos permitimos ser vulnerables, también damos ese paso o salto que nos permite crecer, siendo más notorio para nuestros sentidos, estamos concediendo un permiso tácito para que los demás también se planteen sus propios saltos.
Introduce al sentido. Las metas ordinarias satisfacen necesidades básicas; lo cual de por sí no es malo, pero las metas extraordinarias responden a la incómoda pregunta, de para qué estamos aquí. Plantéatelo.
La realidad cambia. Nuestro mundo, nuestra visión, nuestra personalidad, es algo que no solamente se configura en la gran lotería genética, sino que es algo que se va arraigando con el tiempo, fruto de nuestras observaciones, de nuestros juicios y vivencias, que permiten elegir unos valores u otros. Todos somos diferentes, y solamente el estado natural de inconformismo, dará fruto a algún avance. La curiosidad hay que alimentarla, aprender, y cultivar nuestros saberes no es algo opcional. Si hay algo que diferencia a los grandes nombres de nuestra historia, es siempre que han sido capaces de cambiar, de dar pasos en la dirección opuesta y diferente que nos ha hecho dar grandes avances sociales, científicos, o artísticos.
Porque a la larga, compensa. Puede exigir más sacrificios, y puede que nos movamos más lento, pero genera unos frutos difíciles de no satisfacernos. Las recompensas pueden ser, una mayor autoestima y auto-respeto, un legado que compartir y del que estar orgulloso, y en definitiva tener una vida y una existencia trascendental, que absolutamente nunca ningún atajo podrá ofrecernos.
Lo extraordinario no entraña dificultad, entraña dedicación, disciplina e imaginación ante lo diferente.
Podremos lograrlo en diferentes facetas de nuestra vida, en nuestro trabajo, además de cumplir nuestro trabajo y nuestras tareas encomendadas, podremos ofrecer y aportar mejores, innovar en procesos, y a veces tener que liderar sin solicitud previa.
El aprendizaje ha de ser vitalicio, una cuestión de vida, y un refugio al que acudir cuando sea necesario, además debe de ser cultivado como un hábito, elegir leer un libro antes de acostarnos siempre será mucho más beneficioso que dormirnos con la televisión puesta.
En nuestras relaciones sociales, no solo basta con mantener la cordialidad simplemente, sino que debemos construir vínculos de crecimiento mutuo, con vulnerabilidad y compromiso. Dando a la bienvenida a cuantas personas aparezcan en nuestro camino.
Lo único obligado a acumular es el saber, tenemos tener una predisposición de servicio, no solamente se dona cuando nos sobra. Cuando integramos el voluntariado, el activismo, o la creación artística en nuestras vidas, estamos haciendo algo más que sentirnos obligados a… Y nos proporcionará siempre valiosas recompensas en forma de vivencias y emociones más intensas.
Nuestros principios deben llevarnos a poseer una integridad radical, una coherencia entre valores, palabras y actos, aún a pesar de no tener más espectadores que nosotros mismos.
La disciplina afectiva con los demás, y no solo quedarnos en hacer lo correcto, sino en entrenar nuestras emociones, para que apoyen nuestros actos, y no saboteen ninguna decisión que hayamos tomado con la razón. La voluntad sostenida, crea la disciplina que nos debe acompañar en algo tan importante como es el mundo emocional, que a veces nos puede llevar a momentos de engaño y desilusión; en los que nos podamos ver influidnos por los impulsos. Una de las formas que tenemos de prepararnos ante tales situaciones, es estudiarlas, incluir la meditación en nuestras vidas, y alinear la cabeza y el corazón para que hacer lo que es correcto, se sienta atractivo, y no una mera obligación moral.
Debemos de alimentar la curiosidad, la cual debe de llegar a límites insaciables, nunca daremos nada por entendido, siempre albergaremos dudas, y haremos preguntas para dejar un mundo abierto que poder explorar.
Responsabilidad. Debemos de asumir nuestros errores, y debemos de sentirnos corresponsables de nuestro entorno, ya sea nuestra familia, equipo o comunidad, para no solo con ellos mismos, sino para la sociedad o el bien de nuestro planeta.
Paciencia. Es vital cultivar la paciencia, mediante la cosecha abundante a largo plazo, que a la gratificación instantánea.
En definitiva, debemos de elegir lo extraordinario, porque no es un lujo estético, sino que es un compromiso con nuestra mejor versión posible, así como colectiva, pese al precio que nos imponga. Lo extraordinario siempre se reconoce en lo que exige: integridad, riesgo, constancia, y una mirada crítica que siempre apunta un poco más allá de nosotros mismos.