No mercantilizo el sexo, ni tampoco soy neutro.
Aplaudo un buen cumplido, a veces suspiro sin medirlo y otras veces quedo herido.
No es que sea tan diferente, mas prefiero ser transparente.
No gusto de trucos ni de juegos.
No me aparto si me das un beso,
Tampoco te niego nada, aunque no entiendas todas mis palabras, ni tu lenguaje, ni tu cuerpo me son ajenos.
¿Pero qué importa ya tener que explicar esto?
¿Por qué escribir estos versos?
¿Por qué tener que recurrir a la pluma casi olvidada?
Si sé que a veces, aunque sé lo tan mal que me sienta jugar a ser poeta, no me trae nada bueno luego.
Pero es que justo es esto, lo único que me alivia las heridas, las que no preciso tener, las que no deseo curar.
¿Por qué tener que hablar tan claro?
Ojalá mis versos fuesen como los del maestro Sabina. Tan mágicos, tan sencillos, tan descriptivos que definen todo que lo que es esto y también aquello.
Donde se encuentren tu idioma y mi definición.
Donde una palabra tuya, arriesgue tus motivos y pueda arrugar no solo mi voz.
Donde el color de tu piel sea una parábola irrepetible.
Donde el brillo de tus ojos, se junten en un túnel despertando entre tus gemidos y mis misterios.
Simplemente eso, mezclar tu fetiche y tu piel, sin tener que mediar palabra, como mucho simplemente contacto, miradas y besos.
Solamente eso, solamente eso.