Oye, aquí estoy, te felicito.
Sé que el viento aún no te empaña la flor que llevas dentro,
y aquí están tus palabras, mi presente:
No tienes más, no tienes menos.
No tienes más, no tienes menos.
Un riachuelo de extensa esperanza,
y una paz, desnuda y en calma.
Estuve a punto de dejar este día desierto,
Pero ya sabes que este cuento, es lo que me mantiene despierto.
No tienes más, no tienes menos.
Decidí vivir de prestado, con la pensión de nuestro estado.
Testigos de tanto, ciegos los llantos.
No tienes más, no tienes menos.
Me tiré de lleno, os conté un secreto.
Diecisiete, diecinueve, veintiún metros.
¿Qué importará eso?
¿Cuál secreto? El de nuestro éxito.
Una trituradora de estrellas,
otro grano más en el mar.
Por favor, ponle nombre a cada una de las olas del mar, que yo me espero aquí, mientras te veo llegar.
Cada uno elige a sus maestros
Y la fortuna me dice que yo no te elegí.
tuve la suerte de estar aquí, gracias.
No fue un accidente, que me acercase hasta el fin del mundo.
No le culpo, pero te explico:
Lo que es de arriba tiende a lo más bajo.
A todo dije que no.
Y ahora que me pongo a hincar los codos,
extraño a cielo abierto, la desolación.
¿Cómo puede ser?
Perdí la calma, la cabeza y los nervios.
Siendo la consecuencia, pues el olvido, que nos juega partido a partido, marcándole un gol al amor y empatándole a la sinrazón.
El perdón ya me lo he dado yo,
y en esta mesa:
que nunca más nos falte el humor.
Porque el dolor y la palpitación son los frutos del ayer.
Finalmente soñé, que el mañana será,
será en mi tierra, será en Málaga.
Y será mientras te espero,
Me pusiste la tez y la mejilla,
te estampé tres besos.
Después de cada descanso, cada vez que despierto, estás ahí y no es un sueño.
Fuerte como el viento, firme como el hierro, ¿y frágil?, bueno, de eso prefiero hacerme el sueco.
Felicidades,
Fdo: Agus.