El mañana ya es ayer.
Tu sonrisa, una sombra sin luz.
Mi pecado no habla del pescado.
Latas de atún, latas empaquetadas, prisa por decirme lo que no sé.
El mañana me lo duerme una nana.
Tu sonrisa, un cascabel con prisas.
Mi pecado, decir que no.
Latas y más latas, empaquetadas con los azares del destino, fluyendo lo cual ni es poco, ni tampoco es tanto.
¿A dónde ?
Allá donde nos lleve la corriente, que te vea sonreír, que me vea descansar, en el mañana de antes de ayer, aquí en nuestro cascarón de nuez.
Las prisas, consejeras del diablo.
Un pecado, una risa, entre latas cerradas pero angustiosas de nuestra sombra.
Entre latas cerradas.
Entre latas bien cerradas.
Siento darte la lata, aquí en nuestro cascarón.
Lo siento, aún no me ha matado el juicio.
Aún sigo nadando, cuando me alcanza la corriente.
Cuando mi lata se rompe, un suspiro despierto en ti.
Este arte tan barato, de darte la tabarra, ser pesado a sangre fría.
Mi lápiz será comisura de tu boca.
Mi sol será tu resplandor.
La lata ya está rota, botada en la basura.
Spam, spam, spam.
Spam, spam, spam.
Spam, spam, spam.
Spam, spam, spam.
Qué bien grato que fue nacer ayer.
Tu muerte me da valor.
Qué sueño fue aquel, gracias de corazón.
Mi suicidio no fue, mi sombra ya está aquí.