La masa gasta como ricos y ahorra como pobres (y así les va…)
Cobras como cada mes, y te das un capricho merecido. Luego otro. Y otro más. Pasa el mes y vuelves a la casilla de salida: a cero. Otra vez.
Veo muchas personas que vivirían mucho mejor si ajustaran su tren de vida a sus capacidades reales. Bastaría con hacer una transición de una mentalidad de consumo a una mentalidad de ahorro. Tan solo necesitas tomar conciencia, de que gastar menos de lo que ganas es la base de toda estabilidad.
Vivir bien no es lo mismo que vivir caro. Se trata de tener deudas justas y necesarias, hacer poquísimo (o ningún) uso del crédito al consumo, y contar con un colchón de al menos seis meses de salario. Esa reserva te da la tranquilidad de que, ante una contingencia seria, podrás afrontarla… y dormir tranquilo por las noches.
Yo hice esa transición. Y normalmente, es un punto de no retorno.
No necesito un coche de alta gama. Ya tuve uno. Sé lo que es tenerlo, y sé lo que es pagar sus cuotas. Recuerdo con pesadumbre cuando me llegaban las del Mercedes. Hoy no tengo coche. Me muevo en bicicleta por la ciudad, y en taxi cuando lo necesito. Si salgo de Salamanca, siempre en transporte público. Ahora son todo sonrisas.
No necesito el último iPhone.
Me apaño perfectamente con un modelo reacondicionado y dos años de uso. Me costó cuatro veces menos que uno nuevo.
Soy lo suficientemente adulto como para saber que un ordenador caro o un electrodoméstico de diseño no van a cambiar nada en mi persona. Solo harían un agujero en mi bolsillo.
No hablo de vivienda porque cada caso es un mundo pero me gustaría puntualizar, que destinar más de un 40% de tu salario en alquiler / hipoteca más todo lo relacionado con la casa puede ser mucho, existen barrios y ciudades más económicas.
Tampoco necesito cenar en el restaurante más caro, ni en el más de moda. Ya lo he hecho muchas veces, lo he disfrutado, y ahora puedo esperar a hacerlo con intención, no por impulso. Lo mismo con los viajes: no necesito llenar Instagram, necesito paz.
Pero tampoco soy un lonchafinista. En el supermercado, por ejemplo, compro lo que me gusta sin mirar demasiado el precio. Productos de calidad, siempre que pueda.
Mi mayor placer financiero no está en gastar, sino en hacer crecer mi bola de nieve de ahorro e inversión. Porque el dinero llama a más dinero. Y cuando llegan días buenos en bolsa, saco algo para darme algún capricho pensado. No al revés.
Una frase me marcó muchísimo cuando la oí por primera vez:
“No es más rico quien más gana, sino quien menos gasta.”
Ese pensamiento me cambió la vida.
El ahorro debe ser el pilar de tu proyecto vital.
Porque tanto las grandes alegrías como muchos de los grandes problemas de esta vida, salud aparte, tienen al dinero como ingrediente central.
No me voy a extender con reglas, métodos o técnicas para ordenar tus finanzas. No es el propósito de este texto.
Lo que quiero es que despiertes. Que endurezcas tu camino.
Tener tus finanzas en orden no es una opción. Es una obligación contigo mismo. Y no se puede seguir postergando.