El gran reemplazo
Existe una teoría económica y social que ya se está produciendo: Madrid ha pasado de tener poco más de 80 000 extranjeros censados en 1996 a más de un millón en la actualidad.
Estamos orientando nuestros recursos a recibir una gran cantidad de inmigración que sostenga un sistema público que sigue sin reformarse, como ya hemos comentado aquí en otras entradas.
Está tomando fuerza la expresión “el gran reemplazo” en el ambiente europeo, con una idea sesgada en torno a un tema conspirativo, según el cual poblaciones árabes y africanas tomarán el control de los países europeos, incluso influyendo en una gran islamización de Occidente. Aunque hay parte de razón en esta tesis, es mejor hablar de una migración de reemplazo y renovación, que nos ayude a compensar el gran envejecimiento y la caída tanto de la población activa como de la tasa de natalidad en países como España.
Esto está conllevando una serie de retos y oportunidades para el sector de la vivienda, por ejemplo. Sobre todo en las grandes ciudades, la tensión residencial está muy agravada y se debe fomentar, desde el sector público, la liberación de suelo para la construcción de viviendas, además de viviendas de protección oficial, las cuales cada vez son menos.
Igualmente, estamos viendo cómo la sobrerrepresentación de inmigrantes en empleos de baja productividad lastra su contribución al sistema mediante salarios bajos y, al mismo tiempo, frena el crecimiento del poder adquisitivo.
Los extranjeros contribuyen hoy a mantener la fuerza laboral y a financiar parcialmente los servicios públicos, pero no resuelven por sí solos el desequilibrio demográfico en el que estamos inmersos y un sistema que pide a gritos reformas estructurales que ningún político quiere atajar.
La auténtica prueba llegará con los hijos de la actual ola migratoria. Garantizar la calidad de la educación pública en barrios con alta concentración de extranjeros, combinando refuerzo lingüístico, tutorías y orientación vocacional, es clave para evitar guetos y maximizar el retorno social.
Como apunte adicional, deberíamos apostar por una descentralización de la administración pública desde las grandes ciudades hacia poblaciones más pequeñas, para así favorecer la movilidad geográfica y apostar por la España vaciada con planes realistas y acciones concretas que ayuden a paliar los problemas de desequilibrios que tenemos en las dos Españas.