De consejos tengo los bolsillos llenos
Y quizás esta entrada sirva para colocarte uno nuevo en los tuyos.
Los que me conocéis sabéis que soy sordo, y eso me protegió durante mucho tiempo de las opiniones dominantes.
Que son copias unas de otras, que frenan el crecimiento personal y te hacen fluir hacia el rebaño artificial que las sociedades van implementando.
Porque pensar diferente requiere concentración en lo propio, alejarse de las opiniones externas e ir cincelando y mejorando nuestras propias ideas, que darán fruto a una personalidad y fuerzas distintas.
Porque ser diferente no es malo; en cambio, decirle a los demás lo que deben o no deben hacer sí que lo es.
Los buenos emprendedores son, en mucha medida, sordos selectivos. Luego te das cuenta de que tu idea no era tan mala, cuando los mismos que te criticaban después te copian.
Centrarte en lo propio da mucho más dividendo que buscarlo en lo externo. Las buenas ideas no abundan; las ideas diferentes, menos; y las ideas que realmente resuelven problemas de verdad, aún menos.
Porque muchos emprendedores se focalizan en crear soluciones para algo por lo que nadie quiere pagar. Será que no es un mercado en sí mismo, pero estarán tan enamorados de su idea que no oirán tampoco los buenos consejos.
Por eso, oye, pero desoye en mayor proporción.
El hecho de que todo el mundo de consejos constantemente hace a veces evitar los realmente buenos.
Cuando creé Pidemesa, un gran inversor de startups español nos propuso invertir en nuestra empresa si cambiábamos el modelo de negocio para competir en la comida a domicilio y hacer frente a La Nevera Roja.
No lo hicimos y nuestra empresa quebró.