Capítulo X
La cultura debería ser universal y gratuita. Por eso las bibliotecas están llenas de musas y musos con vocación de nada, pero con deseos de avanzar y aprender.
La formación es el aspecto más crucial de tu vida, y la suerte es que sólo y únicamente lo controlas tú. El que va al colegio eres tú, el que abandona la universidad también eres tú. El que lee 3 libros al año también puedes ser tú, pero también tienes la otra posibilidad de ser todo lo opuesto, adaptarte a tu condición y fortalecer tus carencias.
La virtud surge de la limitación, y eso no lo digo yo. Se lo dijo Sabina a Reverte En una entrevista conjunta.
Y tiene más razón que un santo. La virtud es lo que no tenemos y aún así tenemos que trabajarla para no mostrar nuestras vergüenzas, nuestras carencias.
Por eso hoy, y en vista de demostrar que el tiempo es lo más valioso que existe y no el dinero, te lo dice un suicida reconvertido.
Por eso y para apaciguar los ánimos de mi bitácora, quiero invitaros gratis a que leáis el primer capítulo introductorio y breve de la que será mi primera novela:
Capítulo 1: Ecos de un Golpe
El Día que se contuvo el aliento.
Fueron 35 los agujeros, 35 disparos al aire, aquel día en el Congreso. El edificio quedaba impasible ante la mirada de los miembro del parlamento.
Las balas que aunque bien disparadas no tenían el ímpetu necesario para derrotar a un país entusiasmado con la idea de crecer, con la idea tener el futuro que no tuvieron una o dos generaciones, y si me tientas, quizás alguna más.
La vida no era fácil en la España de los ochenta, pero evidentemente no era lo que fue en décadas anteriores, donde la violencia extrema, la guerra, la carestía, el hambre y las ganas de ensuciarse los ojos con lágrimas. Los campos de Castilla, los montes y sierras, los ríos y el litoral. No quedaba nadie pero quedó todo. Los españoles de un bando u otro, tan culpables los unos como los otros. Un país dividido que en definitiva nunca olvidará, o al menos pienso que yo eso no lo viviré. Ya estoy quizás en la mitad de mi vida, y por más que sé no consigo olvidar. Por más que aprendo, no consigo taponarme los oídos ante la tan popular ignorancia que puebla nuestras casas y nuestros barrios, en un país en el que nadie es alguien. Porque todo el mundo tiene gatillo fácil, porque todo el mundo quiere opinar sobre lo que no conoce, porque saber saben que no lo saben, pero aún así prefieren insistir. Un país de fantasmas no enterrados que se dan a la lírica y a la rima fácil. Donde nadie es profeta ni en su tierra ni en su destierro, ni en su bar de la esquina donde le prenden fuego cuando cargado de ilusión se marcha a casa. Donde el perdedor es el que más suma, un país el nuestro donde el término medio no está bien visto. Una tierra sin héroes, porque hay héroes de un lado y héroes del lado del revés.
Ese día no me enteré de nada, tuvo que ser un día muy complicado para mi héroe personal. Para la persona que financió todos mis caprichos, todas bromas y las no tan bromas. Las sucias y las buenas que me hicieron crecer siempre en un ambiente hostil.
Porque el hijo de mi vecino, con sus propios sueños, tampoco lo tenia fácil, tampoco lo tenía en bandeja, y eso es algo que por lo menos en mi país somos buenos en algo. Y es que somos unos luchadores y unos trabajadores infatigables, tozudos y encabezonados. También es verdad que en esa época los subsidios o las “paguitas” como nos gusta llamarlas ahora, ni se daban ni se olían. Así que la gente luchaba. Mujeres y hombres, todos al son queriendo construir la España de hoy tenemos, y que paradójicamente algunos se empeñan en querer regresar a esos tiempos duros.
Quizá no derruimos nuestros templos y fuimos cuidadosos de donde luchar por los ideales del odio. Porque ningún extremo es bueno según cómo se mire.
Mi héroe por fin se había cortado su coleta y nos traía de regreso. Mientras tanto, en el congreso sonaban los tiros y las voces como cuando se juntan avestruces en celo. Corriendo de un lado para otro, sin saber qué hacer y sin saber qué decir.
Tejero era un ruin personaje anclado en el pasado. Y los españoles se dieron cuenta muy rápido, aunque otros confundidos se ponían a preparar y dejar listos sus documentos para el exilio del mañana, del día siguiente que nunca llegó.
Y así fue, el Rey dijo lo que tenía que decir como jefe del estado. “La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático.” Así apostilló nuestro joven Rey, mientras leía su discurso retransmitido por Televisión Española.
Y es que si España tiene algo son símbolos, testigos del progreso y de la sangre que siempre es derramada en balde. No hay muerte justificada. Pero sí existen las palabras para justificarse, apoyadas en las acciones que se desarrollaron ese día.
Un día que mi héroe nunca olvidará allá donde se encuentre ahora. Hace unos cuantos años que murió, un duelo con demasiado vacío que me llevó a refugiarme en lugares equivocados. Y con personas que no me dieron rumbo. La gente desde luego tiene los bolsillos llenos de consejos, pero ninguno se les cae dentro. Ninguno les hace valorar querer vivir al límite, porque la vida al fin y al cabo son momentos. Y si es posible y con seguridad deben ser disfrutados cuánto más mejor. “Que sea, pero que sea por favor”, era una de sus frases.
Se fue demasiado pronto, un cáncer pudo con él, y leyendo en su cama se fue. Ese día vi un pájaro blanco rondar todo el día los frutales que hacían esquina cerca de su habitación, en el jardín de su casa. Mi casa ahora, que no me ha costado barata. Y es por eso que decidí escribir este libro, porque él se quedó con las ganas, a pesar que era su sueño. A pesar de que nunca sucumbió a las necesidades violentas de la vida, y siempre dijo la verdad aunque pesase y molestase a quien fuese. Teniendo ese maestro cómo no voy a tener las agallas de centrarme y hacer lo que estoy haciendo.
Pero me ha costado mucho, no ha sido fácil, se me da mejor a veces escuchar a Sabina y poner su canción tan joven y tan viejo. Y jugar a ser poeta, pero no en New York, tarareando: “Yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo dí.”
Y quizás esa frase tan sencilla es el resumen de mi vida, de tan tonto que soy me han agarrado mis tres brazos. Pero me lo enseñó el mejor, que me demostró que su espíritu siempre me guiará y no confundiré su estrella con las luces de Neón, o sí, que sabré yo. Que no me aclaro, cambio de opinión si es necesario, y procuro actuar siempre en consonancia pero siendo un estúpido.
Y si escribo este libro es porque ya me cansé, y quiero que os sirva de ejemplo de lo que no hay que hacer, de lo que no hay que decir, de lo que no hay que buscar. Del cielo que no hay que soñar y la tierra que no hay que pisar.
Pues de eso va este libro, de eso y de él, y de cómo nos crío a mí y a mis dos hermanas. Así que sigue el hilo, ya que el ritmo te lo pone mi yo poeta más desafinado que nunca.