3/3 de hoy. Capítulo 2: una experiencia religiosa
El anterior capitulo 2 lo movemos al capítulo 6, quizás demasiado fuerte, grotesco y fervil para ser un segundo capítulo. Os dejo el segundo que me ha parecido más acertado, suave y parsimonioso.
CAPÍTULO 2: una experiencia religiosa
No fue hasta mis 35 cuando conecté en cuerpo y alma con Dios.
Mi primer milagro, o cómo queráis llamarlo, tenia que llegar, y no fue nada del otro mundo, sino lo que me pertenecía. Pero las cosas que ocurrieron a continuación se escapan de toda lógica. La sucesión de casualidades y carambolas desafían a cualquier explicación lógica posible, así que sí Einstein cuando apostaba a la existencia de Dios desde su punta de vista, es una premisa acertada y es que la fuerza del corazón versus la razón, en determinadas circunstancias gana por goleada.
Aquel día, llovía bastante. Mi padre nos había hecho el desayuno a mis hermanas y a mí.
- A ver Vivas, cállate y céntrate por favor - En clases las cosas nunca fueron fáciles y no porque mis compañeros se metieran conmigo, que también. Pero cuando llegaban a cierto punto les ponía en una situación tal, que llegó un momento que me dejaron en paz.
Mis hermanas son mellizas, y son tres años mayores que yo. Carmela y Marga. Sí de Margarita… hay miles de canciones sobre margaritas pero nuevamente Sabina tiene la mejor, por algo es el número 1. Crecimos en los 70 pero más aún en los 80, así que normal tener esas referencias.
“Jimena no deshoja la margaritas, por miedo a le digan todas que sí”
No me interesé por las mujeres hasta ya entrados los veinte, y cuando lo hice fue ya de lleno, para mi alegría y para mi desencanto. A partes iguales. Por algo nos traen locos.
Carmen fue la más precoz y andaba con su noviete Edu, desde los catorce, se casó con él, tuvieron hijos y comieron perdices.
Pues como os estaba diciendo, ese día llovía bastante, llevábamos más de un año residiendo en Madrid y pasó lo que pasó.
Ha llegado una carta, así comenzó nuestro padre a contarnos, lo que quizás fue el golpe peor encajado de su vida.
- Ha llegado una carta con remitente de Dinamarca, han encontrado a vuestra madre inmóvil e inerte, entre unos matojos -
Lo que no nos dijo era que había sido violada, y que la brutalidad del violador fue lo que la mató.
Las lágrimas mojaron el papel, y sus lentes se empañaron. Nosotros estuvimos varios días peor aún. A Marga le daban ataques, se daba cabezazos contra la pared y dejó de mirar a los ojos, cuando le hablaban. Nunca lo superó, tuvo depresión mayor durante toda su vida, su condena y penitencia por no acordarse de ella.
Mi padre envolvió el sobre y se lo llevó a su habitación, yo me fui desconsolado a mi habitación, con el hipo seco de tanta lágrima y me dispuse a rezar por mi madre.
Que en paz descanse, lo tengo claro que sí que lo hace, pero no logro comprender por qué nos abandonó y porqué escapó de mi padre sin razón alguna.
Eran tiempos donde habitaban las sectas a sus anchas, en mi casa escuchamos rumores de todos los colores posibles y de casi todas las bocas posibles.
Fue tal la repercusión de lo sucedido que al día siguiente se presentaron unos reporteros en la puerta de mi colegio.
- Les he dicho que no, que en este colegio las normas son muy claras, no tienen nada que hacer aquí. Por favor comprendan el momento y calvario por el que están pasando, váyanse por favor.
Y se fueron.
- ¿Cómo le voy a castigar? Pero si se lo he enseñado yo misma. Simplemente le está dando el enfoque adecuado - Mi tía, Gloria Vivas, monja de clausura, llegó en el verano.
El hecho de que Carmela recordase su rostro fue la que la salvó, y de los tres siempre ha sido la menos afectada.
A mí me dio fuerte, y no precisamente de niño, sino que el trauma se fue afianzando en mi relación con el sexo opuesto y en mi vida adulta.
Gloria, no era una persona cualquiera, fruto de ello, todas mis secretarias se llaman Glorias.
Mi padre se sumió en una depresión que le duró, pues casi toda su vida de forma intermitente, pero su hermana era una mujer fuerte, eran los dos pequeños de seis hermanos.
Al segundo de llegar, se presentó con un fuerte portazo.
Soltando las bolsas, y se le escapó, tampoco le conocimos. A Bruno sí.
Bruno era nuestra primera mascota, nuestro periquito.
- ¿Crees que piensa? ¿Crees que entiende lo que decimos? - las preguntas más cruciales siempre las hacemos de niños, con el tiempo se nos olvida y los trajes, muecas y malas miradas nos van vistiendo la amargura que tenemos dentro. Por suerte, en mi casa no todo fueron penumbras sino que la alegría era algo que duro, y permaneció por bastante bien, le pareciese bien a él o no.